La verdadera felicidad no depende de lo que los demás piensen ni de lo que poseas. Nace desde dentro, cuando estás en paz contigo mismo y con Dios.
Dios es la base de tu vida. Él es tu origen, tu apoyo, tu fuerza. No necesitas religión, oraciones complicadas ni ningún intermediario para hablar con Él. Háblale de forma simple, directa, porque Él es tu Padre. Y un hijo no necesita a nadie para hablar con su padre. Dirígete a Él como si estuviera allí, frente a ti, en el silencio de tu corazón, sin gritar ni molestar a quienes te rodean. Dios escucha. Dios comprende. Dios responde. Cuando permaneces conectado a Él, te haces más fuerte frente a las pruebas de la vida.
Todos vinimos a este mundo con un propósito claro: servir a Dios a través de todo lo que realizamos cada día. Este propósito da sentido real a tu vida y te impulsa a levantarte cada mañana con energía, incluso si los demás no comprenden tu camino. Pero para cumplir con esta misión, necesitas descansar. Una buena noche de sueño te permite vivir cada jornada con claridad, fuerza y discernimiento. Dios no te pide que pases las noches en vela orando. Lo que Él quiere es que vivas tus días con Él, tomando a Dios como la fuente de todo lo que haces.
En este mundo, puedes estar rodeado de personas celosas, hostiles o que no comparten tus valores. Pero debes amar como Dios te lo manda, sin esperar que los demás te amen a cambio. Guardar odio o rencor es un pecado que aleja a Dios de tu vida y te aparta de Su luz.
Cuida tu cuerpo y tu espíritu. Come con alegría, según lo que Dios te permite, sin envidiar a nadie. Duerme lo suficiente. Cambia de aire si lo necesitas, pero siempre dentro de la voluntad de Dios, lejos de los lugares de pecado. También descansa tu corazón. No permitas que la rabia, la preocupación o el odio tomen control de ti.
Da cuando puedas, sin forzarte. Y acepta recibir cuando alguien te ayuda. Pero para hacerlo con sabiduría, necesitas tener una relación personal con Dios, para discernir si el gesto de amor es puro o si esconde otra intención.
Protege tu libertad interior. Permanece fiel a lo que crees, aunque los demás te critiquen. Al principio, seguir las recomendaciones de Dios enseñadas por el Pastor MBOUTA en el Centro Espiritual Divino —una obra espiritual nacida para ayudar a cada uno a reencontrar el camino directo hacia Dios, fuera de religiones y dogmas— no será bien recibido por todos a tu alrededor. Algunos te juzgarán. Otros te rechazarán. Pero no te desanimes: la verdad de Dios siempre termina por brillar. Tal vez tu misión sea precisamente transformar mentalidades, para que cada persona aprenda a servir al único y verdadero Dios, sin intermediarios, fuera de los sistemas religiosos y libre de dogmas. Sé libre en tu mente, en tu corazón y en tus decisiones, siempre que Dios siga siendo tu luz.
Sé agradecido cada día, incluso por las cosas más simples: una comida, una palabra amable, un rayo de sol. La gratitud te acerca a Dios y mantiene tu corazón en paz. Y cuando todo parezca oscuro, recuerda que la aplicación SUIVRE DIEU fue creada para ayudarte a reencontrar la luz. Allí encontrarás palabras que calman, verdades que despiertan y enseñanzas que fortalecen y aclaran. Explora la aplicación con interés y con fe, o entra en el canal de YouTube del Centro Espiritual Divino. Dios hablará a tu corazón en el momento justo, porque nunca abandona a quien lo busca sinceramente.
Conócete tal como eres, con tus fuerzas y tus límites. Pero si descubres en ti algo que no está en armonía con la ley de Dios, no te conformes. Busca cambiar, crecer, o acércate al Pastor del Centro Espiritual Divino para ser guiado y transformado.
Perdona a quien te haya hecho daño. No para olvidar, sino para no cargar con ese peso. El perdón es la puerta para liberar tu corazón.
No persigas el dinero como si fuera la única solución. El dinero es útil, sí, pero no da paz al corazón. Usa con sabiduría lo que tengas. Dios te pide que ganes tu dinero de forma honesta. No está en contra de que seas rico, incluso multimillonario, siempre y cuando permanezcas fiel a Su voluntad. Pero nunca vendas tu alma por riqueza.
Y cuando el mundo te agote, aléjate un momento del ruido y de las distracciones. Busca la paz en el silencio, en la oración sincera, en la naturaleza, en las cosas simples, o en el recuerdo y la lectura de la verdadera Palabra de Dios. Sentirás la presencia de Dios, y Él hablará a tu corazón con serenidad. No es el ruido lo que sana, sino la presencia silenciosa de Dios.
Mi hermano, mi hermana,
Si mantienes a Dios como tu luz, podrás caminar en paz, aunque nadie entienda tu camino.
La verdadera felicidad es avanzar cada día con fe, en paz con Dios y en paz contigo mismo.
MBOUTA, el que guía en el camino de Dios